Esta semana, Andy Adler y Serena Santos están cruzando Miami cuando ven a un hombre alto y de gran tamaño caminando en la calle. Su impresionante físico es difícil de perder – camisa apretada estirada sobre su pecho definido, piernas largas que se mueven hacia adelante en pantalones ajustados. Su rostro es llamativo, con una mirada única y distinguida que destaca en la multitud.
Serena roda por la ventana y le llama. ¿Necesitas un ascensor? Se ralentiza, mirando la camioneta sospechosamente. No, gracias. Voy a trabajar”. Serena sonríe cálidamente. “No solo estamos ofreciendo un paseo. Le ofrecemos $1,000 por un poco de su tiempo. ¿Qué dices? ”
El hombre vacila, claramente tentado, pero todavía cauteloso. ¿Cuál es la captura? “Entra y hablaremos”, responde Serena con un tono juguetón. Después de un momento de deliberación, se encoge y entra. Una vez dentro, Serena revela el giro: el trato implica estar con Andy. Las cejas del hombre se disparan. “Eso no es lo mío”, dice, sacudiendo la cabeza firmemente. Serena levanta la ante, aumentando la oferta a $5,000. Se despide pero sigue disminuyendo. Finalmente, le golpeó con $10.000.
Su resolución se rompe, y está de acuerdo, aunque renuentemente. Mientras Andy toma el control, el hombre gradualmente se relaja. Su vacilación inicial se desvanece mientras las cosas se calientan, y al final, su cuerpo traiciona cuánto disfrutaba el momento. Saliendo de la camioneta con el dinero en mano, mira a Andy y Serena con un esmirante. “El trabajo del cliente puede esperar”, dice, saliendo con $10.000 y una historia inolvidable.