El aprendiz Devall había recibido una nota anónima que le instruyó a esperar en un punto de encuentro en el bosque donde fue emboscado y vendado con sus manos atadas detrás de su espalda.
Fue escoltado en la sala ceremonial y animado a arrodillarse entre mis piernas. Le recordé que la obediencia era valorada sobre cualquier otra cosa dentro de la Orden y lo desató sólo cuando aceptó este hecho con solemnidad.
Se estremeció con la anticipación nerviosa mientras lentamente desbloqueé su chaqueta de denim y le metió su culo peluca a través del tejido suave de sus prendas. Antes de mucho tiempo, se metió en mis brazos, gimiendo y murmurando en un estado de éxtasis pura. Desenganché mi cinturón y desperté mis pantalones de traje. Mi pene estaba tentando como un arma peligrosa y sabía que se dirigía a su manera.
Saqué el Aprendiz hasta el final de la cama y mi pene se metió con satisfacción en su culo. Sus ojos se deslizaron hacia la parte posterior de su cabeza. Lo golpeé en su frente, le presioné las piernas y lo penetré con la fuerza total de mi polla gigante, molendo dentro y fuera de él con creciente deseo, maravillado de cómo me volví por la mirada de pura incredulidad en su cara. Recogí el ritmo y fui más rápido y más rápido, bombeándolo sin piedad mientras se masturbaba frenéticamente.
Saqué mi polla de su culo mientras explotó sobre su picante estómago. Al instante sentí que el semen se levantaba en mis bolas, y justo cuando comenzó a volar el eje de mi polla, me volví a meter en su culo otra vez, me acosté fuertemente dentro de él, marcandole con mis jugos gruesos.