Entrar en una relación sexual con mi hijo, Ian, era emocionante, pero la intensidad de nuestro asunto a menudo me dejó sentir culpable. Más que nada, me sentí mal por descuidar a mi otro hijo, Blake. Cuanto más pensaba de Blake, más me di cuenta de que necesitaba criarlo.
Cuando le pregunté si tenía ganas de salir conmigo por algún vínculo entre papá y hijo, parecía muy emocionado.
Llegamos al hotel, donde inmediatamente nos bañamos y nos metimos en ropas blancas. Entonces nos sentamos en la cama, acurrucados.
El primer beso con alguien es siempre profundo y éste se sintió particularmente asombroso.
Lo saqué de su bata para poder frotarme las manos a través de su cuerpo suave y en pocos minutos me estaba chupando.
Mi polla empezó a pulsar, así que lo puse en su frente y usé mi lengua para hacerlo bueno y húmedo y antes de saberlo, me estaba empujando hacia él...
Gastó y gimió. Fue particularmente excitante saber que estaba empujando a mi chico al borde de la agonía y el éxtasis. Me sorprendió lo rápido que podía llevarme y lo profundo que pude conseguir.
Le di la espalda, y lo cogí del costado, así que podía mirar su rostro todo retorcido en la emoción de convertirse en hombre.
Entonces lo puse al final de la cama para que pudiera dejarlo tenerlo. Estaba temblando incontrolablemente y agarrando las sábanas en la cama, boca abierta.
Saqué y le disparé por todo el culo blanco liso antes de meterme la polla de nuevo en él para que pudiera sentir su papi golpe#039;s se metió dentro de él por primera vez, y, espero, no la última vez!