Eli era como muchos gemelos que había visto antes. Preocupado con mirada, juventud, vanidad y estatus. No necesariamente la riqueza o el poder, pero queriendo ser buscado. Hizo todo lo que podía pensar para ser deseado por hombres como yo. Tatuajeando su cuerpo, perforando su carne, marcándose a sí mismo para mirar mientras pensaba que queríamos que mirara.
Pero los chicos como Eli donÃ3#039;t entienden... it correspond#039; no es la ropa o los trinkets que los hacen deseables. Va mucho más profundo que eso.
Cuando Eli vino a mí, pude ver que quería estar libre de ese juego. Quería ser desnudado desnuda y limpiado de sus obsesiones vapid, despididas por la piel. Quería ser buscado, sí, pero era más que eso. Quería ser poseído.
Lo traje de vuelta para que lo revisen. Era guapo y magro, aunque un poco inseguro de sí mismo. Incluso con vaqueros de diseño y un polo de ajuste delgado, me buscaba un signo de aprobación. Quería ser tomado, pero no sabía lo que eso implicaría. Pero por la mirada en sus ojos llenos de alma, podría decir que confiaba en mí. Lo cual es todo lo que necesitaba.
Le despojé de su ropa, su protección, su fachada. Le quité los piercings que tenía en sus oídos y lengua, rehaciéndolo como quería. Limpio, clásico, listo para ser vendido.
Su cuerpo era tan suave. Mis manos se deslizaron sobre él, jugando con sus pezones, mirándolo reaccionar mientras me soltó el control de su cuerpo. Podría decir que lo excitaba, pero también lo asustó. Mientras sentía sus nalgas desnudas, jugaba con sus bolas y sentía su agujero apretado y hambriento, podía ver su verdadera naturaleza. El chico. El sumiso. El esclavo.
No tardó en transformarse a lo que necesitaba que fuera. Un toque suave de su pene, unas cuantas nalgas bien puestas, y una firme comprensión en su cuello, y prácticamente me rogaba por más. No dijo ni una palabra, pero la forma en que respiraba era como un lenguaje para sí mismo.
Mientras arrastré su eje, podría oírlo acercarse y coágulo...