Kalys, una rica tapa negra de las calles, domina un sumiso blanco enmascarado y vendado, cuya boca está abierta y lista. No hay espacio para preguntas ni palabras seguras, sólo un hambre insaciable mientras el sumiso toma cada pulgada de la polla gruesa de Kalys en su garganta. El sumiso está ahí para servir, y Kalys expertamente manda a la escena.