El chico de al lado, Seth Peterson, da patadas la puerta del hotel cerrada con el tacón de un zapato de cuero. El sol ya está subiendo sobre la costa sur de España, arrojando un tirón de oro caliente a través de la habitación. Se detiene en la ventana, barre el cabello de sus ojos, y deja que la brisa del mar enfríe el calor que todavía se regodea en su piel.