El masaje se encendió y cada caricia se volvió puro deseo
El masaje comenzó a calentarse lentamente, cada movimiento más atrevido que el último. la habitación llena de tensión, piel contra la piel, y cada solo toque transformado en deseo puro e incontrolable. Lo que comenzó como la relajación rápidamente se convirtió en algo imposible de resistir, un ambiente donde cada caricia nos hizo más profundo, y detener ya no era una opción.
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